Un artículo recuperado sobre budismo

La finada editorial Bruguera publicó en 1972, con depósito legal de 1971, en su colección Libro Estudio, un libro, traducido del alemán, de Stephan Pálos, titulado Las enseñanzas de Buda, ni que decir tiene que lo compré y lo leí en la fecha de su primera, y creo que única, edición. Supongo que, en la edad de la búsqueda de certezas, me impresionó lo suficiente la sentencia china que lo abre: "Olvida las palabras, cree en una". Muy poco después, encontraría en B. Brecht la parábola de Buda sobre la casa en llamas, lo que me reafirmaría en la bondad del budismo según Stephan Pálos y B. Brecht. Pero debo añadir que me agradaron sobremanera, por su parte práctica, las palabras de un viejo monje mogol, aquello de que si quiero sacar a un hombre del pantano, no debo, yo, caer también.
Hoy, veinticinco años después, he encontrado una parte de las direcciones que, sobre budismo, hay en la red de redes, y he podido ver que existe una cierta querencia hacia una religión sin dios, pero que insiste en la responsabilidad personal de cada uno, con una ética donde nadie puede sustituir a nadie en la liberación o en la prosecución de la rueda de los nacimientos, debidos al karma. Sin embargo, lo cierto es, que lo mismo que me pareció entonces una doctrina de liberación, interpretando sesgadamente, sin duda, afirmaciones tales como el refugio en la Ley o en la Comunidad (los vecinos del patio de Monipodio también tienen una Ley, y son una Comunidad), o "no es fácil entrar en contacto con algo sin dejarse influenciar por ello" que me alejó de la televisión y de otras malas compañías. Ahora, me parece, que el énfasis puesto en la salvación personal, exclusivamente por las propias actitudes y obras, da en la nariz, que está más puesto, el budismo occidental, en el éxito individual, en la carrera de botones a presidente del banco, que en comunidades o legislación igual para todos. Es decir que el individuo es todo y la comunidad nada, y por lo tanto, resulta ser el budismo una doctrina cercana, y mucho, al neoliberalismo soberano y que nos quiere individualizados.

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